Los niños y los adolescentes
pueden sufrir de depresión al igual que los adultos. Se habla en estos casos de
depresión infantil. Esta alteración se presenta de muchas formas con grados y
duración variados. Se define como una enfermedad cuando la condición depresiva
persiste e interfiere con las capacidades y acción de la persona. Normalmente
todo ser humano hace depresión en situaciones de maltrato específicas. Lo que
es muy importante de considerar tanto para su trat
amiento como para su
prevención.
Aquí nos referiremos
específicamente a las depresiones en los niños y
adolescentes. Estudios hechos
en EE. UU. Indican que alrededor del 5 por ciento de los niños y adolescentes
de la población general padece de depresión en algún momento. Evidentemente,
habrá que prestar atención cuando la sintomatología depresiva persiste e
interfiere con su desenvolvimiento normal.
Los niños que viven con mucha
tensión, que han experimentado una pérdida importante o que tienen desórdenes
de la atención, del aprendizaje o de la conducta corren mayor riesgo de sufrir
depresión. Dos son los factores de riesgo más destacados en esta patología. En
primer término está el que ella tiende a presentarse en determinadas familias.
Y en segundo término, la existencia de situaciones de maltrato, que
fundamentalmente afectan la seguridad por respaldo social.
Caracterizan a la depresión los
siguientes síntomas:
-Tristeza persistente, lloriqueo
y llanto excesivo
- Pensamientos o expresiones
suicidas o actuaciones autodestructivas.
- Desesperanza
- Aburrimiento persistente y
falta de energía.
- Pérdida de interés en sus
actividades favoritas; o incapacidad para disfrutar de ellas.
- Alteración notoria en los
patrones de comer y de dormir
- Quejas frecuentes de
enfermedades físicas, p. ej. dolor de cabeza o de estómago
- Concentración deficiente.
- Deterioro en los estudios y
ausencias frecuentes de la escuela.
- Aislamiento social,
comunicación pobre.
- Problemas para relacionarse acrecentados.
- Hablar de o tratar de escaparse
de la casa.
- Ataques de rabia u hostilidad
persistente.
- Baja exo-estima y sentimientos
de culpabilidad
- Alta sensibilidad al fracaso y
al rechazo.
Es así como niños y adolescentes
deprimidos pueden mostrar cambios en su modo de ser habitual. Aquel que era muy
sociable pasa a estar solo la mayor parte del tiempo. O pierde interés por
todo. Y las cosas de que gustaba dejan de agradarlo. Igualmente, en ocasiones
los niños y adolescentes deprimidos se refieren a que quisieran estar muertos o
pueden hablar del suicidio. También, tratando de sentirse mejor pueden recurrir
al alcohol u otras drogas.
Por otra parte y paradojalmente,
sucede con cierta frecuencia que se portan mal en la casa y en la escuela sin
que nadie se dé cuenta de que están sufriendo de depresión porque eventualmente
no parecen estar tristes. Entonces, para los padres y los maestros se trata
simplemente de mala conducta. Aunque, algunas veces ellos admiten que están
tristes o que son infelices (evidentemente en confidencias con quienes tienen
confianza).
Es entonces, importante el que
los padres y los adultos relacionados con el niño conozcan esta sintomatología,
lo que indudablemente da la posibilidad de una intervención precoz, con todas
las ventajas que ésta conlleva.
¿QUE HACER?
En primer término es necesario
precisar que este es una trastorno susceptible de ser tratado con éxito. Además
de que, si se tiene algún conocimiento de su dinámica, es posible incluso que
personas sin estudios especializados intervengan con probabilidades ciertas de
lograr una evolución positiva.
Los padres o adultos a cargo de
los niños afectados pueden intentar distintas acciones que indicaremos más
adelante, las que dan posibilidades de modificar esta problemática en forma
satisfactoria. De no lograrse éxito en su aplicación en un tiempo prudencial es
necesario consultar a un especialista, debido a los riesgos que conlleva el que
este cuadro se prolongue.
Para un adecuada intervención de
los adultos, queremos dejar en claro que no nos parece conveniente el que estos
accionen guiándose con algunas indicaciones simples (tipo recetas). Por el
contrario, para ese objetivo, consideramos indispensable una comprensión básica
de la dinámica de estos trastornos. Esta compenetración da garantías para una
intervención apropiada.